La principal pregunta que nos están haciendo estos días a los pediatras es si vacunar o no a los niños de entre 5 y 11 años de la COVID. La campaña de vacunación infantil para las edades de 5 a 11 años arrancó hace unos días y ya son muchos niños y niñas los que han sido vacunados.
El miedo y la incertidumbre son habituales en este tipo de decisiones relacionadas con las vacunas y con esta pandemia que tantas veces nos ha hecho un “zasca”. Además, todas estas sensaciones se incrementan cuando se refieren a lo más preciado de nuestras vidas: nuestros hijos.
El principal motivo de duda en la vacunación infantil está relacionado con el hecho de que los riesgos de la infección covid en los niños son claramente inferiores a los adultos. Hay mucha menos infección grave y mortalidad, pero el riesgo 0 no lo tenemos. Algunos niños acaban en la UCI fundamentalmente por el SIMP (Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico) y otros pueden tener un covid persistente (“long covid”) que impide hacer las actividades habituales.
También es interesante poder “normalizar” sus actividades sin restricciones, sin confinamientos periódicos y sin aislamientos que perjudican su socialización y su escolarización. La llegada de ómicron lo ha puesto todo patas arriba una vez más y siempre está sobre la mesa restringir actividades tan importantes para los niños como ir al colegio, hacerse test continuamente o dejarles en cuarentenas frecuentes.
En realidad, siempre es mejor y más seguro no pasar una enfermedad que pasarla. Y lo que sí es evidente es que las vacunas han cambiado el panorama que teníamos hace tan solo un año por mucho que aparezcan nuevas variantes o que las vacunas no frenen la transmisión del virus.
La pregunta que está en el aire es sobre los hipotéticos futuros riesgos desconocidos de las vacunas. Cualquier medicamento puede tener efectos secundarios, algunos de los cuales pueden ser desconocidos porque no tenemos una historia temporal suficiente. Es algo inherente a todos los nuevos medicamentos. Sin embargo, el perfil de seguridad se ha mostrado muy bueno en los niños y en algunos países como EEUU ya hay más de 5 millones vacunados. La miocarditis, que es uno de los efectos adversos de los que más se ha hablado, parece ser mucho menor con vacuna que con la propia enfermedad y ha afectado preferentemente a chicos jóvenes (no en la edad infantil).
Hay consideraciones éticas a tener en cuenta como el hecho de que haya adultos no vacunados (voluntariamente), que no se hayan distribuido las vacunas en países en vías de desarrollo o cómo se han gestionado los derechos infantiles en esta pandemia. Son factores que debemos tener en cuenta y que pueden condicionar nuestras decisiones.
En conclusión, decirte que somos sensibles a tus dudas, al bombardeo informativo y de opiniones que recibes y a lo difícil que puede ser tomar una decisión y estamos aquí para escucharte. Busca la información que necesites, pero no te dejes influenciar por quién dice que nuestros hijos son cobayas y que se pone una vacuna experimental, porque eso no es verdad.
La decisión de vacunar es mucho menos racional de lo que piensas y va a estar movida por el miedo: si tienes más miedo al covid que a la vacuna probablemente decidirás vacunar y si tienes más miedo a la vacuna que al covid, probablemente decidirás no vacunar. Tampoco tienes por qué decidirlo con prisas. Y hagas lo que hagas, estará bien, sin juicios.
PD: En este link tienes respuesta a muchas de las preguntas que te planteas (y nosotras nos hemos revisado también antes de ofrecer recomendaciones a las familias)